No hace falta sufrir para ser feliz

“De lo que se aprende es de los golpes duros de la vida”, “lo pasé muy mal pero era la única manera de conocerme a mí misma”, “esta terapia me hace salir fatal de las sesiones pero se que me ayuda”, “ a ver es que si no sufres es imposible que evoluciones”, “si quieres conocerte tienes que pasar por experiencias difíciles y dolorosas, es así”.

¿EN SERIO?

¿De verdad nos decimos todos estos mensajes a lo largo de nuestra vida? ¿De verdad es ese el mensaje que nos estamos trasladando a nosotros mismos? ¿Por qué nos tratamos así?

Reconozco que yo era la primera que decía estas cosas, que sólo me conocía a mí misma tras las experiencias dolorosas y no quiero decir que no haya aprendido de mis momentos difíciles porque sí que lo he hecho y mucho. Las situaciones difíciles nos hacen sacar herramientas de nosotros mismos y fortalezas que no sabíamos ni que teníamos y eso nos hace fuertes y nos descubre mucho de lo que tenemos dentro. 

Sin embargo esto puede ser un arma de doble filo.

El problema no está en reconocer que sufrir nos hace aprender y conocernos sino en considerarlo lo único que nos lo permite.

Las situaciones dolorosas ayudan mucho a crecer durante la situación en sí y cuando consigues salir de ella, de hecho yo siempre digo que no cambiaría absolutamente nada de lo que he sufrido porque me ha convertido en la persona en la que soy ahora.

Sin embargo quiero decirte varias cosas al respecto:

 

1º No es lo único que nos hace aprender

Tenemos tan interiorizada la idea de que hay que sufrir para conocernos a nosotros mismos que no nos hemos parado a observar la cantidad de veces que hemos aprendido de todo lo precioso que nos ha sucedido. Cuando te has enamorado has aprendido de la belleza de estarlo y has crecido con ello, cuando has conseguido ese trabajo que tanto querías has aprendido que eres capaz de todo lo que te propongas. Cuando hiciste aquel viaje te diste cuenta de que si el mundo era tan grande y tú vivías en él entonces tú también lo eras.

Has aprendido de tantas otras cosas que no son dolorosas… te propongo que las apuntes, que seas consciente de todas ellas y les den el valor que merecen. 

2º Si mientras vivimos "lo doloroso"
cambiamos el foco... la historia
cambia completamente

Imagínate que estás viviendo un momento difícil, estás perdido en tu vida sin saber qué hacer y sintiendo que nada sale bien y que no sabes hacia dónde dirigirte. 

¿Qué es lo que normalmente hacemos en estas situaciones? Pues a lo mejor nos lamentamos durante un largo tiempo sin buscar maneras de salir de esa situación, o  pensamos que en algún momento este sufrimiento merecerá la pena y entonces nos quedamos un ratito más ahí en el dolor.

Pero ¿y si en vez de hacer eso le diéramos la vuelta a la situación? Me explico, y si mientras estamos perdidos y tristes sacásemos esa fuerza interior y pensáramos: “vale, ¿qué me está queriendo enseñar todo esto?, ¿qué es lo positivo que puedo sacar de ello?, ¿cómo puedo transformar este dolor en algo que me aporte?”

En resumen, antes de seguir provacándonos el dolor, hacernos el favor a nosotros mismos de adelantarnos la sanación. Soy consciente de la inteligencia emocional y fuerza de voluntad que esto conlleva, yo misma muchas veces he sido incapaz de hacer esto y he alargado el dolor… ahora me preguntó ¿cambió algo haber sufrido más o realmente soy yo la que decido cómo y hasta cuándo quiero aprender de mi dolor?

3º El problema es pensar que
necesitamos el dolor para conocernos

Parece como si la recompensa del dolor fuera conocernos a nosotros mismos, este es el mensaje inconsciente que nos estamos lanzando a nosotros mismos.

“Si sufres lo haces para poder ser feliz”, “Cuanto más sufres más te conoces y creces”Es que si te das cuenta es una auténtica barbaridad, ¿de verdad piensas que tu ÚNICA manera de ser feliz es haberlo pasado mal previamente?

Sé que seguramente tengas muy arraigada esa idea y que te cueste aceptar o entender lo que te estoy diciendo pero si has llegado hasta aquí leyendo puede que sea por que un “y si realmente no tengo por qué pasarlo mal para conocerme a mí misma” se ha asentado en tu cerebro y  ha despertado algo en tí.

Así que te regalo este espacio para valorar que hay otra manera de conocernos a nosotros mismos, una que es bonita, que transforma el dolor en vez de reinventarnos en él y nos da la posibilidad de vivir más conscientes y felices todo el tiempo y no al final como premio de un previo sufrimiento.

Yo al menos me niego a vivir así, ¿y tú?

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad